Reflexiones a bordo de la Diosa

Creo que nos volveremos a ver... aquí la marinera Elena.

Foto del grupo que hicimos entre voluntarias y tripulación

Por ELENA SÁENZ DE URTURI | Trabajadora social, activista y voluntaria de la Diosa

El hecho de que el velero se llamase Diosa Maat me había ganado como buena seguidora de la civilización egipcia y, ahora, más que musiquilla tengo otro punto de vista desde el otro lado, desde el mar. El mar como espacio inabarcable, azul y cambiante, con una inmensidad desde fuera y desde dentro.
Si en el mundo el porcentaje de agua es mucho mayor que el de tierra ¿por qué le llamamos tierra y no agua? Una reflexión muy interesante que me ha hecho llegar a la conclusión de llamarle al mundo
simplemente, "planeta".
Y desde la parte social que es de la que provengo muchas luchas se agolpan en mi cabeza. Muchas luchas de dignidad social porque desde esta nueva mirada todo está mucho más claro e interrelacionado... la fauna marina con las las playas regeneradas, las personas con los invernaderos que llegan hasta las playas y que cubren la tierra, la flora marina con las moles de edificios de las urbanizaciones en el litoral... Todo tiene que ver si el humano no lo desconecta y lo modifica a "producto vendible y provechoso". Todo fluye si se cuida y proteje. La consciencia y la experiencia...




Yo que el primer día estaba insegura hasta de subir al barco y a medida que pasaban los días la desenvoltura era mayor aunque me queda mucho...
Quizás este sea mi medio, quien sabe.
Buenas enseñanzas me llevo de las personas con las que conviví en el barco y de las que pertenecen a los colectivos ecologistas y sociales de todos los lugares donde estuvimos. Lo más importante el respeto, la paciencia y la constancia.
Como prueba de mi atención lo que me contó el capitán y, fue una de las cosas que quedaron en mi
mente, babor es la tierra, la izquierda, siempre según los portugueses que fueron grandes navegantes, y estribor, la derecha, lo extra que estaba más allá de lo conocido... ya no se me olvida!

Creo que nos volveremos a ver... aquí la marinera Elena.