DIARIO DE A BORDO, DIOSA MAAT, SEPTIEMBRE 2009, EN ALGUN LUGAR DEL MEDITERRANEO



5:00 A.M. Suena el despertador. Los voluntarios del velero Diosa Maat nos preparamos para un nuevo dia. La vida a bordo no permite otro horario. El viento viene del norte con componente este, el mar esta calmado, y nuestro destino a 35 millas. Tras un buen desayuno, soltamos amarras. Es muy temprano y el puerto aun duerme, a excepción de un buen grupo de pescadores para los que se avecina otra dura jornada. Cuando doblamos el espigon sentimos al viento acariciando el casco del velero, jugando con el mástil, un buen momento para sacar la vela mayor. Dos de nosotros se ocupan de izarla, otro fija el rumbo que seguirá el timonel y el resto nos ocupamos de dar los últimos retoques al plan diario de acción.


Es una autentica gozada notar como un viento generoso nos empuja con fuerza en dirección a nuestro destino. Todos sonreímos, pues ya hemos vivido alguna borrasca complicada en alta mar y estos momentos tan calmados, tan silenciosos, tan auténticos se aprende a disfrutarlos.


De repente, en la lejania, tierra a la vista. Hemos llegado. Comienza el trabajo.


Conocemos la problemática actual en lo referente a la gestión pesquera de tiburones ( en muchos casos, inexistente ) y nuestra labor en esta campaña “El depredador convertido en presa” es la de informar, dar a conocer a este grupo de animales que durante 440 millones de año ha estado evolucionando, pero que desgraciadamente, hoy en día, debido a la sobreexplotación a la que están siendo sometidos y a la dificultad que tienen para recuperarse, muchas de las especies están al borde del colapso.


Mucha gente tiene a los tiburones como los grandes villanos de los mares, en parte debido a las peliculas, en parte debido al desconocimiento. Pero los datos nos dicen, por ejemplo, que muere mas gente al año por caídas de cocos en las playas que por ataques de tiburón. Lo cierto es que tienen una fama inmerecida. Así pues, nuestra labor principal, además de informar es la de romper los viejos tópicos establecidos. Y la gente responde, todo aquel que escucha aprende, y todo aquel que aprende, de alguna forma, también te enseña algo. Es un bonito circulo. Desde el joven que asombrado por la visión de una mandíbula de “Isurus Oxyrinchus” aprende a velocidades de vértigo, pasando por un matrimonio con hijas a las que muestran orgullosos sus ganas de colaborar en la protección de los tiburones , hasta el anciano, que siempre te enseña algo nuevo, y que te habla con nostalgia de aquellos tiempos en los que el mar rebosaba vida y te agradece el esfuerzo por intentar que sus nietos gocen de lo que él gozo. Obviare, por supuesto, a los que el desconocimiento y el amor por este, les hace cerrar la mente, tapar los oídos y abrir la boca.


En los momentos en los que un servidor escribe estas líneas, llevamos aproximadamente 2500 firmas recogidas solo en este grupo, y hay muchos grupos mas, en cada ciudad de España, en cada pais de Europa, haciendo lo mismo.


Todavía, en estos tiempos que corren, hay quien se limita a afirmar que la labor ecologista no sirve de nada, que solo son voces gritando al vacío. Yo no lo creo, primero porque en el caso de que eso fuese así, en el vacío siempre podrá haber ecos que lleguen a alguien, y segundo, porque día a día, conocer a mas gente que como tu, disfruta siendo voluntario, que quiere participar, ayudar, transmitir mensajes y aprender, es un claro síntoma de que nos preocupa la tierra que tanto nos ha dado y a la que tan duramente estamos castigando. El efecto antrópico sobredimensionado que el medio terrestre y el medio marino están soportando, esta consiguiendo que el equilibrio ecosistémico natural penda de un hilo cada vez mas fino. Creemos que podemos cambiar las cosas, queremos cambiar las cosas y somos cada vez más. Parece que las voces, al final, llegaron a sus destinos. Y sin dudarlo, seguiran llegando.


Afinar la garganta voluntari@s...


Por Asier Furundarena